viernes, 25 de febrero de 2011

Puertas que se abren



Te levantas. Son las dos y media. Refriegas tu cara y te colocas las sandalias para soportar el frío en las baldosas del baño. Recorres el pasillo y pasas por el living. Está allí tu guitarra, durmiendo en el sofá. Pulsas la cuerda más grave y antes que se acabe el sonido de la cuerda que quedó vibrando meas, te lavas las manos, y mientras te mojas la cara miras el espejo. Entonces me ves.

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