viernes, 25 de febrero de 2011

Extraño recuerdo o sueño que tuvo un hombre cualquiera


La isla llevaba por nombre un color ¿Bermellón? ¿Damasco? No, no era damasco.Era un rito. Mujeres lindas, hermosísimas, servían  vinos y manjares a sus invitados. Todo era confuso, la realidad se veía a través del  embriague. Los invitados eran todos varones y en la isla sólo había mujeres. Tocaban músicas, danzaban, servían y daban masajes a los comensales. Mantenían el fuego vivo de la gran hoguera, de la cual se desprendían aromas dulces, nauseabundos. Había un lugar. Pero esto era después del gran banquete. En donde había otras músicas. El gran fogón estaba algo apartado. Pero flameaba cada vez más fuerte. Era como un ojo que parecía dominarlo todo. Un sol en medio de la isla y de la noche, en  donde las dos parecían eternas. Los hombres caían rendidos, esparcidos por el prado. Un prado verde y negro con muchas flores obscuras,  pero blancas; plantas, siluetas de árboles. Las mujeres que eran  más, rodearon en número de cinco a siete a cada hombre. Y parecían disputarse la atención del macho. Sus ropas, blancas todas, de telas suaves como túnicas griegas caían en una danza lenta, pero fatal. La fragancia ahora era mucho más fuerte y el fuego ardía en un solo grito de aromas casi reconocibles. Algo había del olor de las rosas, y de ese otro olor... ¡Hay, ese olor... si pudiera sentirlo una vez mas!En ese instante empezó la  cogedera.  Una somnolienta hipnosis sería la que transformaba a los varones, ahora dueños de la máxima vitalidad, en verdaderas bestias sexuales. La fiesta duró mucho. Horas, tal vez. Hasta que las cinco o siete mujeres caían agonizantes, una tras otra en rededor del macho. Y estos dormían, luego de la gran  cogida,rodeados por estas espigas blancas, que eran las mujeres de la isla. Y es ahí donde se me borra todo. Una cosa extraña, como un bloque, o una mano arrebatadora me tapa o me quita las visiones. Algo inexplicable no me deja indagar más en aquellas experiencias remotas. Todo se vuelve obscuro y nebuloso cuando trato de recordar lo que ocurrió en aquel momento. Finalmente desperté, cuando fui entregado al fuego, junto a los otros cuerpos de los invitados.

2 comentarios:

  1. Buen texto, aunque prefiero menos ruido y más nueces...Saludos horconino, de un puchuncavino.

    Juan, hijo de Christian.

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  2. juan, hijo de christian? no se que juan y no se que christian.. (aclarece pue!)

    saludos!

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