viernes, 25 de febrero de 2011

La vida



Viajé desde las aguas claras de las montañas nevadas. Fui un pequeño barquito en ríos que cruzaron extensiones de roca y hielo. 

Quedé varado en una piedra fría y ciega por unos meses; me congelé, y producto de una crecida de las aguas, continué mi recorrido. Por cosas del azar, me tragó un recipiente y fui vaciado en otro. Quedé atrapado en un estanque enorme y después pasé meses atorado en unas cañerías. Vi la luz al salir de la llave que abrió un señor vestido de marino, para llenar un vaso y beber agua. El marino no me vio y fui tragado por él. Fue entonces que pasé mucho tiempo en el cuerpo de aquel señor y fui la causa de un cálculo atroz, por las grasas y materias muertas que en el interior de su cuerpo se me pegaron, y formé una especie de quiste maligno que casi lleva a la muerte al uniformado. Al pasar los años fui liberado por un grupo de médicos en una complicada cirugía y pude ver por segunda vez la cara de aquel hombre. Ahora llevaba bigotes y le llamaban almirante. Estaba distinto. Mi cuerpo y las materias que lo cubrían fuimos entregados en un recipiente metálico y vi cuando sacaron la camilla donde iba el sujeto de que les hablé.  Luego volví a las aguas. Aquí todo era muy distinto a como era en las montañas; ahora estaba en una gran ciudad. Navegué por conductos y caños, recorrí el cuerpo de una mujer al salir por una ducha y conocí las represas. Algunas veces quedo estancado por días en alguna rejilla o en algún filtro, pero pongo todo mi empeño hasta que logro zafarme. 

Me gusta viajar. A esta ciudad la conozco toda y,  aunque a veces extraño las montañas, me siento muy cómodo acá pues tengo mucho por recorrer y observar. Nunca más vi al marino ese y pienso que me gustaría encontrarlo alguna vez para saber cómo está. Hace poco fui entregado a este río. Es muy bonito. El recorrido es alucinante, el verde del pasto se mezcla con los cerros amarillos y morados, brilla un cálido sol y abundan los peces, en este río. Sé que me estoy alejando, y quién sabe dónde voy a dar. Pienso que me gustaría volver en algún momento, pero eso nadie lo sabe. Si llego otra vez aquí, espero ser recordado por lo que soy: un errante pelo de oso polar. 

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